Visitamos la sorprendente Mina de Plata de Bustarviejo, cuya torre y molino datan del año 1660. Aprovechando la visita subimos hasta el cercano pico Cabeza de la Braña
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- Distancia: 10,9 Km
- Tiempo: 5 horas (3 horas 15 minutos en movimiento)
- Desnivel positivo: 600 metros
- Velocidad media: 3,2 Km/h
Para comenzar la ruta dejamos nuestro vehículo en el aparcamiento situado en frente del campo de futbol de Bustarviejo (Madrid), junto al Humilladero de San Isidro. Cogemos nuestras mochilas, palos de senderismo y cantimploras y comenzamos la ruta cruzando la carretera y cogiendo la vía pecuaria que sale a la izquierda del mencionado campo. Este camino nos puede llevar hacia Rascafría o a nuestro destino de hoy: La Mina de Plata de Bustarviejo o Mina de la Cuesta de la Plata.
Nada mas dar los primeros pasos nos encontramos con un cartel informativo sobre la historia de la mina, tras una entretenida lectura para meternos en situación seguimos por la pista hasta llegar a un paso canadiense. En este punto tenemos una mesa para descansar situada junto a una charca, ideal para observar anfibios en la época de primavera.
Tras superar el paso, seguimos por la pista y nos encontramos el primer cruce, donde hay un cartel indicativo que nos indica que debemos tomar el camino de la derecha en dirección a la mina de Plata.
Desde este punto el camino comienza en ligero ascenso para pronto serpentear y empezar a coger desnivel. Tras una breve parada para quitarnos ropa a consecuencia del calor, llegamos a la Torre de la Mina.
«Las Minas de la Cuesta de la Plata de Bustarviejo son las explotaciones metálicas que mas tiempo han estado activas en la provincia de Madrid, desde el siglo XVII (aunque hay pequeños trabajos del siglo XV) hasta 1890, alternándose distintos explotadores y trabajándose de manera intermitente. En un principio fueron varias minas pequeñas que quedarían integradas en una sola en el siglo XIX»
La ruinas de la Torre de la Mina y rueda del molino mineral datan de 1660, pero se encuentran en muy buen estado de conservación. Esta torre era parte del molino eólico que servía para moler el mineral (paso previo antes de ir a la primera fundición). Junto a la torre encontramos un pequeño merendero con mesas ideal para pasar a descansar un poco, pero nosotros seguimos curioseando por la zona y leyendo los carteles para hacernos una idea más clara de como se trabajaba la minería por aquel entonces.
Así que seguimos en ligera subida hasta la bocamina, que se empezó a excavar en el año 1701 con el objetivo de desaguar la mina y poder extraer el mineral de plata mas cómodamente.
Junto a la bocamina también encontramos los restos de una machacadora de mandíbulas y una trituradora giratoria, ambos elementos se utilizaban para realizar el proceso de trituración y molienda. Estas maquinas realizaban el mismo trabajo que la torre del molino pero con 300 años de diferencia ya que datan de 1977.
Para finalizar la visita completa a la zona de la Mina de Plata solo nos queda visitar el pozo maestro, para lo cual seguimos subiendo un poco más y nos desviamos ligeramente a la izquierda unos metros y llegamos a la parte alta de la mina.
Aquí decidimos tomarnos un merecido descanso y disfrutar las vistas que nos brindan la altura que casi sin querer hemos ido tomando. Tras tomar unos deliciosos Mikados y charlar una rato, desandamos un poco nuestros pasos y retomamos la ruta otra vez de subida acompañando a un pequeño arroyo.
Tras un rato de subida y una animada cháchara, llegamos al fin al Collado Abierto (1.607 metros) desde donde tenemos unas bonitas vistas de Mondalindo a nuestra derecha, de todo el Valle de Lozoya al frente y de Cabeza de la Braña a nuestra izquierda; que será nuestro próximo objetivo después de un merecido descanso.
Ya con las fuerzas renovadas y completamente hidratados, seguimos nuestro camino de subida atravesando una pradera en lo alto del Collado Abierto por un pequeño sendero a veces imperceptible.
El sendero pronto se marca por completo en el suelo y empieza a ganar altura de manera mas brusca hasta alcanzar los 1.771 metros de la Cabeza de la Braña.
El sendero acaba en un gran hito y un poco mas adelante tenemos una puerta que atravesamos hasta llegar a una estación meteorológica, junto a la cual el mapa nos indica que se encuentra el pico de Cabeza de la Braña y donde decidimos parar a comer. Curiosamente, en el punto que elegimos para comer nos encontramos un belén montañero y un geocaché (que tanto nos gusta buscar en otras ocasiones y donde dejamos constancia de nuestra visita).
Tras un merecido primer plato y un esperado postre, desandamos nuestros pasos hasta la valla que hemos cruzado anteriormente (y que dejamos debidamente cerrada) y comenzamos nuestro camino de vuelta. Para ello comenzamos bajando por el cortafuegos, unos pocos metros más adelante nos encontramos con una caseta de vigilancia forestal, la cual decidimos visitar.
Una vez hemos disfrutado de las vistas, retomamos el cortafuegos hasta que este termina en la llamada Majada del Ortigal, un conjunto de piedras con unas impresionantes vistas de la zona.
Y aquí viene la parte más complicada de la ruta, pues desde este punto el cortafuegos se convierte en un pequeño sendero que tiene un desnivel de bajada importante y con piedras sueltas, por lo que debemos tener mucho cuidado donde asentamos el paso para evitar accidentes. Para complicar un poco más la cosa, el sendero se desdibuja por momentos y debemos estar pendientes de los hitos que nos marcan la dirección que debemos tomar. Esta bajada puede no ser apta para todos los públicos, pero se puede hacer sin problemas con tranquilidad, extremando las precauciones y ayudando a aquellos que lo necesiten.
La parte difícil de la bajada termina al llegar a un pequeño pinar, desde aquí el sendero se relaja (y nosotros también) y nos lleva en dirección al collado Cerrado o Hermoso (1.484 metros), sitio ideal para hacer una pequeña parada. Mis pequeñas montañeras no acceden a dejarme descansar, por lo que seguimos caminando unos metros más para hacer un giro de casi 180º y cambiar el sentido de la ruta en dirección a Bustarviejo.
Un poco más abajo encontramos un nuevo cruce con un cartel indicativo que nos dice la dirección que debemos tomar para finalizar la ruta (hacia la izquierda).
Tras cruzar un par de arroyos y unos kilómetros más adelante, el camino nos lleva al desvío donde tomamos la subida hacia la mina, por lo que cerramos el circulo. Para finalizar la ruta solo debemos coger la pista que nos lleva directamente hasta el paso canadiense por el que pasamos al principio (donde hay una mesa que ahora si podemos aprovechar para reposar las piernas) y seguir hasta el campo de futbol de Bustarviejo.
Tras cruzar la carretera, decidimos aprovechar las ultimas horas de luz de este fabuloso día primaveral de invierno en el parque forestal del Humilladero de San Isidro. Y que resulta ser un buen sitio para terminar con los Mikados que nos quedan en la mochila.