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Se hace camino al andar

RUTA RASCAFRÍA Y RIO LOZOYA

Ruta tranquila, sencilla y fresca para disfrutar en familia del entorno de Rascafría y del Rio Lozoya

Entorno del Rio Lozoya

Descarga el track de la ruta aquí

  • Distancia: 9,6 Km
  • Tiempo: 3 horas (2,4 horas en movimiento)
  • Desnivel positivo: 239 m
  • Velocidad media: 4 km/h

Comenzamos la ruta dejando nuestro vehículo en el aparcamiento municipal de la C/ Rivera del Artiñuelo, junto al parque fluvial situado a la vera del rio Artiñuelo. En deternimados días del verano (especialmente durante los fines de semana) y debido a la afluencia de publico a las piscinas naturales, es posible que se cobre una cantidad simbólica por aparcar (3€ por turismo).

Desde esta misma calle iniciamos la ruta, ya que al final de la calle el asfalto se convierte en tierra y arranca una pista forestal: es el Camino Natural Valle del Lozoya. Nada mas coger el camino, cruzamos el río sotillos por un puente para unos metros mas adelante cruzar también el río Lozoya.

Rio Lozoya desde el puente por el que lo cruzamos

Una vez cruzado el río Lozoya, nos desviamos a la derecha por una pista ancha que continua siendo el Camino Natural Valle del Lozoya. Esta pista acompaña al río hasta llegar al Monasterio de Santa María de El Paular.

Camino Natural Valle del Lozoya

Pero antes, nos desviaremos a la derecha para visitar el conocido Bosque Finlandés y su idílico paisaje.

Laguna del Bosque Finlandés
Casa de madera y embarcadero

Nada mas vernos llegar, se nos acercan unos patos curiosos (Ánades reales) para ver si se nos cae algo de comida, como siempre estos animales saben reconocer perfectamente al eslabón mas débil de la cadena.

Ánade real hembra

Tras la breve parada y las fotos de rigor, retomamos la pista hasta llegar a una ancha pradera, allí nos paramos a descansar un poco y disfrutar del hotel de insectos tamaño XXL.

Hotel de insectos

Retomamos el camino por la pista hasta llegar al Puente del Perdón, desde donde tenemos unas preciosas vistas del Monasterio de El Paular, aunque nos entretenemos más con la vida social del rebaño de cabras negras que hay junto al río.

Puente del Perdón y Monasterio de Santa María de El Paular
¿Cabras? ¿Ovejas con cuernos? ¡Nunca lo sabremos!

Desde el puente seguimos de frente por el Camino de los Batanes (GR 10.4) que nos conducirá directamente hasta las piscina naturales de Las Presillas del Rio Lozoya; aunque este año de pandemia el rio no está represado para evitar contagios de la enfermedad Covid-19. Pero la pradera si está abierta al público y es un estupendo sitio para merendar o jugar un rato.

Cruzaremos el rio por la zona de las presillas para pasar al otro lado y tras caminar un poco por la otra orilla volveremos a cruzar el río por un puente de madera para seguir el curso del río por un pequeño sendero.

Cruzando el río

El sendero es espectacular, ya que discurre entre robles que nos dan una agradable sombra y acompañamos al río que llevamos a nuestra derecha.

Sendero junto al río
Pequeña cascada formado por un arroyo que descarga en el río

Más adelante cruzaremos un arroyo por un pequeño puente para casi de inmediato cruzar el río Lozoya por un puente de madera. Desde aquí, abandonamos la compañía del río y nos adentramos en un robledal que nos conducirá hasta la carretera M-604.

Último puente de la ruta
Araña camuflada en una hoja de roble

Cruzamos la carretera para coger una pista que va girando hacia la derecha para acabar acompañando a cierta distancia a la carretera en dirección hacia Rascafría.

Ya vamos de vuelta hacia Rascafría y antes de llegar la pista se estrecha en un pequeño sendero que conduce directamente al Monasterio de El Paular.

Corto sendero antes de llegar al Monasterio

Desde el Monasterio, cruzamos de nuevo la carretera para seguir un paseo asfaltado junto al río que nos conducirá hasta el pueblo de Rascafría. El paseo discurre a la sombra y tiene bancos para descansar y pequeños miradores que nos permiten ver el río con más claridad.

Pequeños miradores junto al río

Ya en Rascafría, dejamos las cosas en nuestro coche y aprovechamos la estupenda noche que se ha quedado (pues esta ha sido una ruta de tarde) para cenar en uno de los numerosos restaurantes del pueblo y así recuperar las fuerzas perdidas.

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