Subida a una de las cimas más emblemáticas de la Comunidad de Madrid desde el Valle de La Barranca
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- Distancia: 18,9 Km
- Tiempo: 8 horas (5 horas 30 minutos en movimiento)
- Desnivel positivo: 800 metros
- Velocidad media: 3,3 Km/h
Comenzamos la ruta de hoy dejando nuestro vehículo en el apartadero de coches que hay en la carretera M-601 justo antes de la conocida curva de «El Ventorrillo» (donde encontramos una estación biológica y centro de mantenimiento de carreteras), este aparcamiento nos da acceso al Pinar de la Barranca por su parte posterior. El aparcamiento es pequeño, por lo que si queremos encontrar sitio, debemos ser madrugadores.
Nada mas bajarnos del coche, cruzamos la puerta y cogemos la pista forestal que nos conduce de manera directa al Mirador de las Canchas. Aunque ha nevado estos días, la parte inferior de la pista se encuentra en buen estado pero a medida que vayamos cogiendo altura nos encontraremos cada vez con más cantidad de nieve en el camino, por lo que no nos debemos olvidar de ir bien equipados para una ruta invernal. Hoy no pueden faltar los palos, las polainas y raquetas de nieve o crampones (opcional), además de lo imprescindible como guantes, gorro, calzado con membrana y buenas prendas de abrigo.
En el camino de subida nos encontraremos distintos miradores desde donde podemos disfrutar de unas impresionantes vistas del Valle de la Barranca y de gran parte de la Sierra de Madrid en sus distintas vertientes.
En uno de estos miradores se encontraba ubicado el Real Sanatorio de Guadarrama, un hospital para enfermos de tuberculosis que fue inaugurado en 1917 y derribado en la década de los 90, concretamente en 1994. Este sanatorio tuvo ilustres enfermos como Cela o Alberti, inspiró a Machado, fue el escenario principal de la película de terror «La noche de Walpurgis» y se decía que los sucesos paranormales eran habituales en su interior. Hoy solo nos queda el recuerdo de su ubicación y unas impresionantes vistas.
«Sanatorio del alto Guadarrama, más allá de la roca cenicienta donde el chivo barbudo se encarama, mansión de noche larga y fiebre lenta, ¿guardas mullida cama, bajo seguro techo, donde reposa el huésped dolorido del labio exangüe y el angosto pecho, amplio balcón al campo florecido? ¡Hospital de la sierra!…
El tren, ligero, rodea el monte y el pinar; emboca por un desfiladero, ya pasa al borde de tajada roca, ya enarca, enhila o su convoy ajusta al serpear de su carril de acero. Por donde el tren avanza, sierra augusta, yo te sé peña a peña y rama a rama; conozco el agrio olor de tu romero, vi la amarilla flor de tu retama; los cantuesos morados, los jarales blancos de primavera; muchos soles incendiar tus desnudos berrocales, reverberar en tus macizas moles.
Mas hoy, mientras camina el tren, en el saber de tus pastores pienso no más, y—perdonad, doctores— rememoro la vieja medicina. ¿Ya no se cuecen flores de verbasco? ¿No hay milagros de hierba montesina?
¿No brota el agua santa del peñasco? Hospital de la sierra, en tus mañanas de auroras sin campanas, cuando la niebla va por los barrancos o, desgarrada en el azul, enreda sus guedejones blancos en los picos de la áspera roqueda; cuando el doctor-sienes de plata—advierte los gráficos del muro y examina los diminutos pasos de la muerte, del áureo microscopio en la platina, oirán en tus alcobas ordenadas, orejas bien sutiles, hundidas en las tibias almohadas, el trajinar de estos ferrocarriles.
Lejos, Madrid se otea, Y la locomotora resuella, silba, humea, y su riel metálico devora, ya sobre el ancho campo que verdea.
Mariposa montés, negra y dorada, al azul de la abierta ventanilla ha asomado un momento, y remozada, una encina, de flor verdiamarilla… Y pasan chopo y chopo en larga hilera, los almendros del huerto junto al río… Lejos quedó la amarga primavera de la alta casa en Guadarrama frío».
Antonio Machado
Tras una tranquila pero intensa subida intentando evitar las placas de hielo, llegamos por fin al Mirador de Las Canchas.
Una vez en el mirador, aprovechamos para retomar fuerzas con el clásico plátano (que acompañamos con algunos frutos secos y algo de chocolate) y, tras un breve descanso, retomamos la ruta hacia la Bola del Mundo. Para ello, tomaremos el sendero que sale a la izquierda de la pista que llevábamos y que comienza a bajar por la otra vertiente. Este sendero es el conocido camino de la tubería o cordel de las cabrillas.
Este sendero nos lleva en ligero ascenso durante un buen rato, es estrecho y tiene partes con piedras sueltas; como en está época del año está cubierto de nieve debemos tener cuidado donde apoyamos nuestras pisadas (coger este sendero ha sido uno de los motivos por lo que hemos desistido de traernos raquetas de nieve en esta ruta). A pesar de todo, es uno de los senderos con mejores vistas de la sierra, lo que un día como el de hoy se ve incrementado por la presencia de la nieve que nos regala unas preciosas estampas.
A mitad de sendero nos encontramos con el collado de los Emburriaderos (1.847 metros), donde hacemos una parada para descansar las piernas, quitarnos ropa de abrigo y hacer fotos.
Retomamos la ruta por el Cordel de la Cabrillas hasta que al final, zigzagueamos un poco para alcanzar un nuevo collado a 1962 metros, que nos enlazará con el Ventisquero de la Estrada y la pista de subida a la Bola del Mundo.
Una vez cogemos la pista, debemos tener cuidado porque esta parte está más transitada y nos encontramos con gente que baja haciendo esquí al encontrarse las pistas cerradas. Esta parte también está más pisada y aumenta la posibilidad de resbalar.
La ruta ya no tiene perdida; pues tras un esfuerzo final nos encontraremos con la Bola del Mundo o Alto de las Guarramillas (2.265 metros). Aquí pararemos a comer un merecidísimo bocadillo, charlar un rato, descansar las piernas, cambiarnos de ropa para ponernos algo seco e intentar secar la ropa húmeda por el esfuerzo realizado (aprovechando el estupendo sol que nos brinda el día).
Ya con la tripa llena y las pilas cargadas, bajamos por la pista hasta el Puerto de Navacerrada (1.858 metros) atravesando la antigua Estación de Esquí. Una vez en el puerto (atestado de gente), cogemos la carretera en dirección Cercedilla-Navacerrada hasta pasar el Hotel El Corzo, donde cogeremos la calle de la Estación para llegar a la estación de Cercanías. Desde allí, cogeremos el camino del Calvario que comienza justo detrás de la iglesia de Nuestra Señora de la Nieves.
El camino del Calvario cruza el arroyo Regato del Puerto o Rio Navalmedio en su inicio y lo acompaña en su descenso. En su parte final, antes de llegar al famoso pino de la cadena, nosotros nos desviaremos a la izquierda para llegar a la curva de El Ventorrillo. Una vez allí, cruzamos la carretera para llegar a una puerta tras cuyos limites sale un pequeño sendero (el del Correcaminos) que nos llevará directamente hasta el coche para finalizar nuestra ruta.