Ruta para conocer zonas emblemáticas del Valle del Lozoya como el Monasterio de El Paular, el Bosque Finlandés o el Robledal de los Horcajuelos
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- Distancia: 17,2 Km
- Tiempo: 5 horas (con paradas)
- Desnivel positivo: 462 m
- Velocidad media: 4,3 km/h
Comenzamos la ruta en el madrileño municipio de Rascafría, donde dejamos el coche en el aparcamiento de la C/ Rivera del Artiñuelo, junto al arroyo del mismo nombre y un parque fluvial. La ruta comienza aquí mismo, ya que solo tenemos que seguir la calle hasta que el asfalto se convierte en una pista de tierra.
La pista es ancha y nada mas comenzar atraviesa por un puente el rio Sotillos para hacer lo mismo un poco mas adelante con el rio Lozoya. A partir de aquí vamos paralelos al rio por el denominado Camino Natural del Valle del Lozoya.
Este camino nos conduce directamente hasta el Bosque Finlandés (que nos queda a mano derecha), muy de moda ahora en las redes sociales por su paisaje idílico (ideal para el tan ansiado postureo). Este paraje de Rascafría recibe su nombre por el parecido a las espesuras finlandesas.
Tras las fotos de rigor, seguimos por la pista hasta llegar al Puente del Perdón, por donde cruzamos de nuevo el rio Lozoya y podemos disfrutar de unas bonitas vistas del Monasterio de El Paular.
Junto al puente, una vez cruzado el rio, nos encontramos con el centro de visitantes del Valle del Paular donde podemos pedir información de actividades, lugares de interés y otras rutas por la zona.
Cruzamos la carretera y cogemos un sendero a la izquierda que va paralelo a la carretera M-604 en dirección al puerto de Cotos. Mas adelante el camino se separa de la carretera y se introduce en el pinar convirtiéndose en una generosa pista forestal.
La pista va cogiendo altura poco a poco y empieza a regalarnos unas bonitas vistas del Valle del Lozoya.
Según ganamos altura, el camino atraviesa diversos arroyos que debido a las reciente lluvias y al deshielo van cargados de agua y forman cascadas espectaculares.
La pista forestal nos lleva sin remedio hasta el cruce de caminos entre el pueblo de Rascafría y el Puerto del Reventón.
Unos metros por encima del cruce de caminos nos encontramos con el Carro del Diablo, que como muchas otras ubicaciones de la Sierra de Guadarrama dispone de leyenda propia (incluso dos).
El Carro del Diablo
Según cuenta la leyenda, Juan Guas era el maestro de cantería y escultor encargado de la construcción de la antigua Catedral de Segovia (destruida en 1520). Este se encontraba desesperado por los plazos que le imponían para que el edificio estuviera terminado y para acabar a tiempo decide hacer un pacto con el diablo.
Debemos tener en cuenta que en aquella época las materias primas como el granito, llegaban desde las zonas montañosas mediante carros tirados por animales a través de caminos en lugar de carreteras.
Tras el pacto, la materia prima comienza a llegar velozmente hasta el lugar, desde la otra vertiente de la sierra atravesando el Puerto del Reventón. Este hecho facilita que las obras cojan buen ritmo y que Juan Guas recupere la tranquilidad.
Viendo que sí puede cumplir los plazos, decide romper su pacto con el diablo cuando va a llegar el ultimo cargamento, lo que provoca el consiguiente enfado del diablo quien decidió petrificar el cargamento final, para que la Catedral nunca llegara a su fin.
Al parecer una de la torres de la desparecida Catedral era de menor tamaño que su gemela, ya que el material se quedó en medio de la montaña y aún lo podemos visitar a día de hoy.
Un poco mas adelante, visitamos una formación granítica también denominada en algunos mapas como Carro del Diablo, desde donde podemos disfrutar de unas buenas vistas de esta parte de la Sierra.
Una vez hechas las visitas y las fotos de rigor, volvemos hacia el cruce de caminos que hemos dejado unos metros atrás y desde allí cogemos el camino de vuelta hasta Rascafría.
El camino empieza atravesando el pinar para convertirse bruscamente en un robledal, el Robledal de los Horcajuelos. Antes de comenzar la bajada, decidimos parar en este enclave para comer un bocadillo y estrenar nuestro nuevo hornillo para preparar un impagable café calentito.
Antes de llegar al final de la ruta, el robledal se termina y deja paso a praderas que nos dan una excelente vista despejada de Rascafría.